China lleva años haciendo todo lo posible para alcanzar a Estados Unidos como la mayor economía del mundo. En un intento por reducir la dependencia del dólar estadounidense (USD) y afirmar su influencia en el comercio y las finanzas, China ha hecho todo lo posible por aumentar el uso internacional de su moneda, el renminbi (RMB). Analizamos los esfuerzos realizados para aumentar su posición mundial, así como los obstáculos que aún se interponen en el camino de Pekín.
Aunque China es la segunda economía del mundo por su PIB y el mayor exportador, su moneda aún no tiene importancia mundial. De hecho, no figura entre las más negociadas del mundo Su posición en el mercado de divisas no es nada espectacular. Según las investigaciones realizadas por el BPI y el FMI, la cuota de su moneda en el mercado internacional de divisas es solo del 4,3 %. En realidad, este panorama todavía es demasiado halagüeño, porque hay que tener en cuenta el principio de la doble contabilidad, ya que en cada transacción intervienen dos divisas. La cuota de mercado del dólar en este sentido es actualmente del 88,3 % y sigue siendo la mayor moneda de reserva del mundo con cierto margen.
El dominio del dólar como moneda de comercio y de reserva mundial ofrece a Estados Unidos múltiples ventajas, desde unos costes de endeudamiento más bajos y un menor riesgo cambiario, hasta una amenaza prácticamente nula de crisis de la balanza de pagos. Al promover el renminbi como moneda global para el comercio, la inversión y las reservas de divisas, el objetivo de China es aprovechar algunas de estas ventajas, al tiempo que aumenta su autonomía en materia de política económica.
Pero el camino hacia la internacionalización es largo, sobre todo para una moneda y una economía tan fuertemente reguladas como la de China. Con estrictos controles sobre los flujos de capital transfronterizos y una regulación onerosa, el país tiene un largo camino por recorrer antes de hacer realidad sus ambiciones de moneda mundial. Tras haber emprendido múltiples iniciativas recientes para impulsar la internacionalización, ahora China ha dado a conocer sus intenciones. Pero, ¿hasta qué punto han tenido éxito?
Perseguir la internacionalización del renminbi es un beneficio evidente para China, tanto desde el punto de vista político como económico. Aunque es algo que se lleva gestando desde hace tiempo, los esfuerzos se han intensificado desde la crisis financiera de 2008, que puso de manifiesto la dependencia del dólar de muchos países. Sin embargo, ¿qué hay detrás de este impulso hacia la internacionalización?
A pesar de los inmensos volúmenes comerciales de China, el renminbi sigue representando solo el 2 % de los pagos mundiales, participa en aproximadamente el 4 % de las operaciones de divisas a nivel internacional y constituye alrededor del 2 % de las reservas de divisas a nivel mundial. En cambio, el dólar estadounidense posee una cuota del 40 % de los pagos mundiales, el 61 % de las reservas oficiales de divisas y participa en más del 88 % de las operaciones de divisas. En un Sistema Monetario Internacional (SMI) altamente asimétrico, el dólar sigue siendo, con diferencia, la moneda mundial dominante en lo que respecta a la inversión, la facturación y las reservas.
Esto ha provocado un fenómeno conocido como la «trampa del dólar», que hace que los países y las zonas monetarias dependan excesivamente del tipo de cambio del dólar y que los bancos centrales gestionen su política monetaria nacional de acuerdo con la Fed. Hoy en día, China mantiene una paridad «móvil» con la moneda estadounidense. Una gran parte de sus pasivos y reservas de divisas están denominados en dólares, mientras que sus activos están principalmente denominados en RMB. Por lo tanto, la depreciación del primero puede tener un impacto adverso significativo en China. Esto salió a relucir durante la crisis financiera de 2008 y la consiguiente «crisis crediticia» —cuando el dólar escaseaba—, antes de depreciar su valor como resultado de las políticas de flexibilización cuantitativa.
En 2009, el entonces gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, lanzó un dardo indirecto contra el dominio del dólar, citando la necesidad de una «moneda de reserva internacional» para «asegurar la estabilidad financiera mundial». Aludió a la idea de una moneda de reserva supersoberana, desvinculada «de las condiciones económicas y de (los) intereses soberanos de un solo país». Sin duda, una moneda de reserva supersoberana, compuesta por una cesta de las principales monedas mundiales (cada una ponderada por la cuota del PIB), es una perspectiva tentadora para China, pero por ahora sigue siendo una quimera. Por ello, el país continúa persiguiendo su objetivo de asegurar un mayor uso del renminbi a nivel internacional, algo que se ha acelerado con el lanzamiento del renminbi offshore (CNH).*
En relación al aumento de las tensiones geopolíticas tras la pandemia de COVID-19 en 2020, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, señaló que el ascenso de China estaba creando un cambio fundamental en «el equilibrio de poder mundial, avivando la carrera por la supremacía económica y tecnológica». De hecho, en los últimos treinta años, no es ningún secreto que el meteórico ascenso de China como potencia económica, militar y tecnológica ha sido poco menos que asombroso. Tras haber desarrollado una capacidad manufacturera desbordante y haber intensificado enormemente su modernización militar y sus innovaciones tecnológicas, Pekín considera que la relativa insignificancia monetaria del país es una de sus principales deficiencias.
Más allá de ampliar la influencia política del país, una mayor preponderancia del renminbi ofrecería a China la ventaja de reducir los costes en el comercio transfronterizo y una importante reducción del riesgo monetario. Teniendo en cuenta el gran volumen de mercancías mundiales que circulan por China —pero que se facturan en dólares—, esto por sí solo representaría una mejora considerable para la posición del país en el comercio internacional. La capacidad de acumular un mayor señoreaje (ingresos procedentes de la emisión de dinero) y de pedir préstamos en grandes cantidades en el extranjero, a bajo precio y en su propia moneda, también supondría un gran beneficio estratégico para la economía china. Dicho esto, los controles de capital, la limitada convertibilidad del RMB y un sector financiero aún incipiente son los principales obstáculos que tiene por delante. Esto plantea inevitablemente la siguiente pregunta: ¿hasta dónde está dispuesta a llegar Pekín?
¿Sabía que...?
Utilizada como mecanismo para mantener la estabilidad, la «paridad móvil» se refiere a una banda de tipos alrededor de la cual se permite que fluctúe una moneda con un tipo de cambio fijo . La moneda se compra y se vende de forma rutinaria para mantener un tipo de cambio dentro de la banda autorizada.
Para establecer el renminbi como una moneda internacional importante para la inversión, la facturación y las reservas de divisas, China ha emprendido una serie de impresionantes iniciativas durante la última década aproximadamente.
Como parte del 13.er plan quinquenal del país, adoptado por el Congreso Nacional Popular para 2016-2020, el Comité Permanente del Politburó de China esbozó explícitamente sus ambiciones en materia de divisas al comprometerse a «promover constantemente la internacionalización del RMB y ver cómo el capital en RMB se globaliza». A grandes rasgos, los esfuerzos sucesivos de China han consistido en hacer del renminbi no solo un medio de cambio creíble —al tratar de establecerlo de manera firme como moneda de comercio mundial de bienes y servicios—, sino también en reforzar su posición como reserva de valor. Esto significa hacer del renminbi una auténtica moneda de inversión para la compra de activos, así como una verdadera moneda de reserva extranjera alternativa al dólar.
El país ha hecho algunos avances impresionantes en estas áreas, pero hará falta mucho para que el renminbi se eleve a una posición monetaria que refleje el estatus económico más amplio de China. ¿Qué ha hecho hasta ahora el gobierno chino para seguir con sus objetivos de internacionalización del RMB?
1. Acuerdos de intercambio de divisas
2. Comercio exterior
3. Inclusión en la cesta del DEG del FMI
4. Bonos denominados en RMB
5. Inversión extranjera directa
6. Zonas de Libre Comercio (ZLC)
Por otra parte, China se ha propuesto una mayor internacionalización del RMB mediante el establecimiento de su Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS), creado en 2015 como alternativa a la omnipresente red SWIFT. La infraestructura de procesamiento de pagos experimentó un aumento en los volúmenes de casi el 80 % entre 2017 y 2019, con aproximadamente 26 billones de RMB gestionados directamente a través de ella. Como es lógico, su uso se disparó en los países directamente implicados en la Iniciativa Belt and Road (BRI) de China, una importante apuesta de política exterior y de infraestructuras que sigue el camino de la histórica Ruta de la Seda. La BRI constituye un ejercicio de «poder blando», que busca reforzar aún más la posición de China en la escena internacional. Aumentar significativamente el uso transaccional transfronterizo del RMB en los países que participan en la iniciativa supondría un gran impulso para Pekín. Del mismo modo, la recientemente ratificada Asociación Económica Regional Amplia (RCEP) es una oportunidad única para que China asuma el liderazgo de la política comercial multilateral, sin provocar tensiones con otros grandes pesos pesados de la economía. El acuerdo forma un nuevo bloque comercial entre China y otras catorce naciones, entre las que se encuentran los países de la ASEAN, así como Australia y Nueva Zelanda. Se trata de otra oportunidad para que China promueva los pagos en RMB en el comercio internacional, habida cuenta de los grandes proyectos de inversión a los que inevitablemente dará lugar el acuerdo.
¿Sabía que...?
El Banco Popular de China (BPC), que es el banco central de país, mantiene un «régimen de tipo de cambio flotante controlado». Esto significa que el BPC adopta una postura más intervencionista que muchos bancos centrales occidentales y el tipo de cambio no flota tan libremente. Más bien, el BPC comunica un tipo de cambio deseado a los operadores del mercado de divisas, que actúan en consecuencia. La evolución del mercado está regulada, con el objetivo de orientar el tipo de cambio hacia un objetivo concreto.Para desarrollar el «grosor del mercado» y cimentar firmemente el estatus del renminbi como moneda favorable para la facturación, la inversión y las reservas de divisas, China aún tiene trabajo por delante. Será necesaria una mayor liberalización de los controles de capital, una mayor convertibilidad y unas reformas más amplias del sector financiero. No obstante, ¿qué impacto han tenido a día de hoy las recientes reformas? ¿Y cuáles son los posibles obstáculos en el camino que queda por recorrer?
Según la Encuesta Trienal de Bancos Centrales sobre los mercados mundiales de divisas, publicada por el Banco de Pagos Internacionales (BPI) en 2019, el RMB sigue representando solo un 4,3 % de las operaciones de divisas en todo el mundo, una cifra comparativamente baja. Dicho esto, la moneda china representaba menos del 1% en fechas tan recientes como 2010, lo que sugiere que los últimos esfuerzos de internacionalización han ido ganando terreno considerablemente. Del mismo modo, aunque el renminbi pueda suponer solo el 2 % de las reservas de divisas en la actualidad, las previsiones optimistas auguran que esta cifra podría alcanzar entre el 10 % y el 20 % en 2030, a medida que la moneda gane más terreno en el mercado de divisas Cuando se trata de operaciones comerciales internacionales, los progresos han sido aún más impresionantes. En 2009, el porcentaje del comercio exterior chino realizado a través de RMB era insignificante. En 2015, la cifra ya superaba el 15 %.
No obstante, a pesar de toda la atención que suscitan los proyectos de infraestructuras y los acuerdos comerciales con el extranjero, es posible que China tenga que dedicar todavía bastante energía a resolver los bloqueos de carácter más fundamental. Ante todo, los estrictos controles de capital que practica el país dificultan el desarrollo del mercado financiero, así como el amplio uso del renminbi más allá de las fronteras chinas. La liberalización de estos controles facilitaría los flujos de capital que entran y salen de China, pero también provocaría una mayor inestabilidad y volatilidad financiera que, como ha demostrado la historia reciente, las autoridades chinas aún no están dispuestas a aceptar. Por ejemplo, en agosto de 2015, cuando China devaluó el renminbi, el país rápidamente aplicó estrictos controles de capital para alejar cualquier riesgo de fuga de capitales a gran escala. Aunque logró este objetivo, la medida supuso un golpe considerable para la confianza internacional en la moneda china y el efecto fue una reducción significativa de las operaciones transfronterizas en RMB. Desde un máximo histórico de 2,09 billones de RMB en 2015, las operaciones comerciales internacionales en RMB cayeron posteriormente a 994 000 millones en el primer trimestre de 2017. Sin embargo, parece que los cambios incrementales van a continuar, ya que muchos analistas consideran que el sistema financiero chino aún no está lo suficientemente maduro como para llevar a cabo reformas radicales de control de capitales.
Entre las preocupaciones más secundarias sobre el desarrollo internacional del renminbi se encuentran cuestiones como los antagonismos geopolíticos, que se han acumulado recientemente. El riesgo de reputación y la imagen del RMB como moneda alternativa estable y fiable podrían verse afectados por las tensiones actuales en la región. Esto es de especial importancia dado que los recientes avances en las operaciones comerciales denominadas en RMB se han concentrado, en gran medida, en Asia y en los países estrechamente asociados a la BRI. La imagen de China en el exterior es crucial y cualquier posible tensión puede resultar perjudicial para la rápida internacionalización del RMB. En la misma línea, sigue sin estar claro si la disputa territorial en el Mar del sur de China o las tensiones recurrentes a lo largo de la frontera india tendrán un impacto directo en la inversión o en las operaciones comerciales en RMB de forma significativa en el tiempo.
A pesar de la preocupación de algunos analistas por una ralentización del crecimiento a medida que China avanza hacia su objetivo de convertirse en una sociedad «moderadamente próspera», el crecimiento económico del país está destinado a ser fuerte en los próximos diez años. El aumento del uso del renminbi a nivel internacional debería coincidir con esto, ya que se está convirtiendo en una moneda cada vez más importante para la inversión, la facturación y las reservas de divisas fuera de China continental.
China ha realizado considerables esfuerzos para ampliar el uso del renminbi en los últimos años, empezando por la creación del renminbi offshore (CNH). Los esfuerzos por aumentar la interacción extranjera con el renminbi en las operaciones comerciales —desde la emisión de bonos dim sum hasta el establecimiento de ZLC— también han cosechado impresionantes resultados iniciales, mientras que las iniciativas multilaterales en curso, como la RCEP, o la propia BRI de China, son una oportunidad para que el país promueva el uso del renminbi de una manera sin precedentes. Sin embargo, un sistema financiero no lo suficientemente maduro, las continuas restricciones al control de capitales, las limitaciones a la convertibilidad del RMB y los problemas en torno a la imagen del país y de la moneda dificultan el proceso de internacionalización.