En el mundo de las finanzas, se pueden comprar activos o se pueden adquirir trozos de papel muy valiosos. Dado que comprar y vender hectáreas reales de cultivos, barriles de petróleo o muchas otras cosas por el estilo no es muy práctico, los expertos en finanzas han encontrado una forma de sortear el problema otorgando el valor de un activo a un trozo de papel. Aquí es donde entran en juego los derivados.
Los derivados son contratos financieros entre dos partes que especifican las condiciones de compra de un activo (incluyendo fechas, importes, descripción del activo, obligaciones de las partes). El valor de estos contratos se deriva del valor de otro activo, de ahí su nombre. El activo del que obtienen su valor se denomina activo subyacente y puede adoptar muchas formas: acciones, divisas, tipos de interés, productos básicos o incluso derivados. Cuando cambia el precio del activo subyacente, también lo hace el valor del derivado
A medida que los precios fluctúan en el tiempo, también lo hace el valor de un activo. Las tres «cosas» más comunes que pueden fluctuar con un efecto negativo para una empresa son el riesgo de tipo de cambio, el riesgo de tipos de interés y el riesgo asociado a los precios de los productos básicos. Los derivados financieros tienen en cuenta esta noción de fluctuación en el tiempo y se utilizan para bloquear los precios con el fin de mitigar cualquier exposición a la volatilidad de los precios. Forman parte de dos estrategias de inversión opuestas: la cobertura del riesgo y la especulación. La especulación, que consiste en intentar obtener beneficios a partir de estimaciones fundamentadas de hacia dónde se dirige un mercado determinado, desempeña un papel importante al contribuir a la liquidez del mercado. Por otro lado, la cobertura tiene como objetivo proteger las finanzas de una empresa de los riesgos a los que pueda estar expuesta. Uno de los usos empresariales más comunes de los derivados es la cobertura del riesgo de tipo de cambio y existen varias formas de hacerlo.
La cobertura consiste en invertir en un activo con la intención de compensar posibles pérdidas y mitigar el riesgo. Su finalidad es contener un riesgo con el fin de limitar y controlar su resultado. Implica utilizar los derivados como una póliza de seguros para minimizar la exposición al riesgo. Por ejemplo, el pago de un seguro de automóvil cubre el riesgo de tener que abonar una gran suma de dinero en caso de accidente. Aunque no es posible protegerse completamente de los distintos tipos de riesgo cambiario, sí podemos gestionar nuestra exposición a estas fluctuaciones. La cobertura no pretende eliminar el riesgo de las fluctuaciones monetarias, sino que ayuda a transferir este riesgo y reducirlo.
Los derivados pueden negociarse de dos maneras diferentes. Existen derivados negociados en bolsa, o ETD —es decir, derivados negociados a través de bolsas especializadas con precios visibles públicamente— y luego están los derivados negociados sin cotizar en una bolsa de activos. En este caso, se denominan derivados extrabursátiles, o derivados OTC. ¿Cómo funcionan los derivados OTC? Son contratos privados negociados directamente entre dos partes sin pasar por las bolsas formales ni por la supervisión de un regulador bursátil. Existen muchos tipos de contratos de derivados, pero abordaremos los cuatro más comunes.
Estos dos tipos de contratos de derivados pertenecen a una misma categoría. Los seguros de cambio, o forwards, son al mercado OTC lo que los contratos de futuro, o futuros, son al mercado ETD. En otras palabras, los seguros de cambio no se negocian en una bolsa central y los futuros sí. En ambos casos, son contratos firmados entre dos partes para comprar o vender un activo a un precio determinado, en una fecha futura predeterminada. Al recurrir a seguros de cambio, las empresas pueden neutralizar un riesgo y fijar el precio del activo subyacente que abonarán en una fecha futura.
Las opciones se negocian generalmente tanto en el mercado OTC como en el ETD. Otorgan el derecho —pero no la obligación— de comprar o vender un activo financiero. Existen dos categorías de opciones: de venta y de compra. Las opciones de venta conceden al titular el derecho —pero no la obligación— de vender un activo por un precio específico y las opciones de compra dan al titular el derecho de comprar un activo antes de una fecha de vencimiento establecida por un precio específico. Al igual que los seguros de cambio, protegen al titular de las fluctuaciones de los precios, pero tienen la ventaja añadida de permitirle beneficiarse de los movimientos favorables de los precios.
Por último, los instrumentos derivados OTC más comunes son los swaps. Como su nombre sugiere en inglés, los swaps implican un intercambio. A menudo se refieren a instrumentos financieros, como divisas y tipos de interés, que representan un riesgo debido a su naturaleza variable. Los swaps son acuerdos según los cuales una parte se compromete a realizar pagos fijos con una frecuencia establecida a otra parte que asume el riesgo de pagar el activo con la variable. Las fechas y los cálculos del intercambio se especifican en el contrato. Los dos tipos más comunes de swaps son los swaps de divisas y los swaps de tipos de interés.
¿Sabía que...? Los derivados OTC desempeñaron un papel fundamental en la recesión financiera de 2008. De hecho, ya en 2002, el gurú de las finanzas Warren Buffett llamó a los derivados «armas financieras de destrucción masiva». Sin embargo, a pesar de su descripción ligeramente melodramática, es conocido por hacer uso de ellos. Dadas sus contundentes palabras, cabe preguntarse qué tipo de ventajas y desventajas tienen los derivados OTC. |
Estas ventajas se observaban especialmente antes de 2008. Desde entonces, se ha impuesto una normativa, sobre todo en materia de confidencialidad. Toda moneda tiene dos caras y, aunque los derivados OTC presentan algunas ventajas, tampoco están exentos de inconvenientes.
Dado que, por naturaleza, los mercados OTC suelen estar mucho menos regulados que las bolsas de negociación, las partes de un contrato se enfrentan a varios tipos de riesgo que estuvieron especialmente presentes antes de la recesión financiera de 2008.
A la luz de los diversos riesgos que pueden plantear los derivados OTC y de su probabilidad de ocurrencia, reinar en el mercado ha pasado a ser una necesidad. Las cifras hablan por sí solas: sin regular, el mercado OTC alcanzó un máximo de 35 billones de dólares a finales de 2008[1]. Los cambios estructurales aportaron transparencia y supervisión al mercado de derivados OTC y su valor desde que se introdujeron las regulaciones se estimó en unos más razonables 15,8 billones de dólares a finales de 2020[2].
Para mejorar la estructura del mercado de derivados OTC y contrarrestar posibles riesgos futuros, el panorama regulador del mercado ha evolucionado desde la crisis financiera de 2008. En lo que respecta a la regulación en la Unión Europea, en 2012 se puso en marcha el Reglamento relativo a los derivados extrabursátiles, las entidades de contrapartida central y los registros de operaciones (EMIR) con el fin de proporcionar un marco para regular los derivados OTC y estabilizar el mercado dentro de los Estados miembros de la UE. Su objetivo es establecer normas comunes y, en particular, introdujo:
Mediante la introducción de la compensación centralizada y la aplicación de normas de gestión de riesgos, la normativa EMIR pretende reducir los riesgos sistémicos, de contraparte y operativos y, en general, aumentar la transparencia en el mercado de derivados OTC.
EMIR es la versión europea de la ley estadounidense Dodd Frank, que se promulgó en 2010 en respuesta a la recesión de 2008. La pregunta es, ¿ha mejorado el mercado gracias a estas nuevas normas y reglamentos
Una lección que hemos aprendido de la pandemia de COVID-19 es que las reformas normativas que se pusieron en marcha hace unos diez años para salvaguardar los mercados financieros han dado sus frutos. A pesar de que la pandemia perturbó la economía mundial y llevó a los mercados financieros de todo el mundo al borde del colapso, el comercio mundial de derivados se mantuvo totalmente estable, a pesar de cierta volatilidad inicial. Las reformas normativas confirmaron que el mercado de derivados es hoy más seguro, más resiliente y más transparente que en el pasado. Gracias a un mejor control de los inconvenientes de los derivados OTC, el mercado presenta ahora ventajas aún mayores que antes.
[1] https://www.ecb.europa.eu/pub/pdf/other/eb201608_article02.en.pdf
[2] https://www.isda.org/a/iSDgE/Key-Trends-in-the-Size-and-Composition-of-OTC-Derivatives-Markets-in-2H-of-2020.pdf